De Amate a Treviso gracias a tí.

Agonizaba la década de los '80 cuando un niño con gafas retro e innumerables tics asomaba la cabeza por uno de los fondos del vetusto pabellón de Amate. Su tío le había regalado unas entradas para que por primera vez fuese a un partido de aquél deporte que tanto le gustaba ver con él por televisión y del que, con cinco años, ese niño recitaba el carrerilla los nombres de todos los jugadores de la selección de Díaz Miguel.

Pasaron los meses y volvió a Amate a chocarle la mano a Sabonis el día que hizo 38 de valoración con el Forum y a algún partido al año siguiente en San Pablo. En medio, tardes de sábado pegado al transistor escuchando a José María García para apuntar en una libreta los parciales al descanso de los partidos de la ACB para que su tío, a la mañana siguiente, los utilizase en el programa semanal que tenía en una pequeña emisora de radio del Aljarafe. Internet y la jornada virtual aún quedaban lejos.

Al poco tiempo, ese niño recibió uno de los regalos que más ilusión le hizo en su infancia: el carné del Caja. Cada partido, su tío y amigos -Javier, Fran, Pedro y alguno que se quedó por el camino.- modificaban su recorrido para recogerle en la Puerta Osario. Por aquellos años no había móviles y era una quimera calcular con exactitud el tiempo que tardarían en llegar desde Villanueva del Ariscal. Mientras, en la esquina de Valle con Verónica, bufanda rojiverde al cuello, intentaba recordar a los jugadores del equipo contrario y soñaba con la victoria.

Ese niño, como el discípulo que atiende al maestro, no perdía ocasión cada vez que iba al pabellón de aprender y preguntar: las posiciones de los jugadores, los gestos, las zonas, cuándo era "uno más uno", 2 tiros o banda tras falta, los sistemas, los 3 segundos en zona, el campo atrás, el grupo par y el grupo impar, el gesto para señalar el fin de posesión, la deportividad y respecto por el baloncesto aplaudiendo las buenas jugadas del rival, la presión a los árbitros, la celebración de los triples, etc.

Asa Petrovic. Foto: libro 10 años del Caja
San Fernando en la ACB
Antes de la primera explosión del deporte de la canasta en Sevilla con Petrovic, sufrió su primer "varapalo" cuando la eliminación con el OAR Ferrol dejó atrás las ilusiones de jugar la Copa del Rey que se jugaría en Sevilla. Pese a ello, la oportunidad era única y él no dejó pasar la oportunidad para que su sobrino viviese por primera vez en directo una fase Final de Copa. Sí, la Copa del batacazo de Marcelo Nicola, de la canasta rota antes de comenzar la semifinal y la afición del Baskonia ambientando el Palacio de los Deportes. Ahí empezó a entender de la importancia de la grada y que el baloncesto era un deporte distinto al resto.

Se enamoró de la clase Brian Jackson, de Raúl Pérez y la eterna caída del balón en sus triples, de Bingo, de la majestuosidad de Lockard, de los gestos, aspavientos y personalidad de Petrovic, de la magia de Turner y Anderson, de los rebotes y mates de Kidd, de la toalla de Salva Díez, de los primeros partidos europeos en la Korac, de las escenificaciones de los dobles de Neyro (q.e.p.d), del triple de Romero, de los playoffs, de los tres subcampeonatos y, sobretodo, del Club Baloncesto Sevilla.

Pasaron los años de bonanza, comenzó la travesía en el desierto mientras ese niño crecía. Ya se empezaba a pagar su carné guardando el dinero de Reyes que le daban algunos familiares, se abonó al puesto 12º de la ACB varios años, vivió la injusticia de Carlos Cherry, el experimento Fijo, "el espíritu de Santa Justa", formó parte de "los 500 de Eurochallenge", luchó desde la grada, internet y cara a cara para que se produjese el cambio que el club necesitaba para volver a ser lo que fue, descubrió que detrás de los jugadores hay personas -algunas muy grandes y no solo por el físico-, y se dio cuenta que pese a que los malos momentos, seguiría apoyando al equipo que ha estado presente en casi cada temporada de su vida.

En unas horas, al que ya de niño sólo le queda la ilusión, llenará su maleta recuerdos y vivencias del pasado, y se encaminará hacia Treviso para vivir  un hito histórico para el cajismo. Y todo habrá sido gracias al cariño, amor y pasión que su tío ha derrochado con él a través del baloncesto y de una de las cosas que les unen: nuestro "Caja"

Gracias.

Comentarios

  1. Qué bonito jugón! Enhorabuena por el articulo

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  2. Precioso. Un fuerte abrazo.

    Estaré con vosotros en alma desde Sevilla, llena la maleta de ilusión.

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  3. Muchas gracias "anónimo y penyasquito. Creía que ibas a venir.

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  4. Al final me caí... Me pilla en una época rara, me tocaba ir solito y los precios no animan.

    Confío en que habrá más. Quizá no el año que viene, pero pronto :)

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