Más vale hijo de puta en boca que silla volando.

El pasado domingo, durante el transcurso del Cajasol - CAI de liga ACB, el público local comenzó a cantar al árbitro principal "De la Maza, Hijo de puta" y, éste pidió al delegado de campo que se solicitase por megafonía el cese de dichos cánticos, so pena de suspender el encuentro.

No entraré a valorar ni el arbitraje del partido, ni mucho menos justificaré ningún tipo de insulto en un espectáculo deportivo, sólo voy a exponer la distinta vara de medir que tienen tanto los árbitros como la propia Liga ACB, para la que hay clubes y aficiones de primera y de segunda.

En enero de 2010, el colegiado Daniel Hierrezuelo recibió por parte de un grupo localizado de aficionados unos cánticos nada afortunados que, oidos por alguien que no conoce a los actores, pueden entenderse como una amenaza. El árbitro amagó con suspender en encuentro y, a los pocos días, la liga ACB emitió un comunicado oficial en el que se instaba al club sevillano "a que adoptase las medidas oportunas para intentar evitar situaciones anómalas impropias del baloncesto y preservar, de esta manera, los derechos de todos los participantes del juego, especialmente los del colectivo arbitral." El club tomó cartas en el asunto, habló con los no más de 20 implicados y se zanjó el asunto. Un año y 2 meses después el colegiado no ha vuelto a ser designado para pitar en el Municipal de San Pablo.

Hace 2 meses, en el Olimpic de Badalona, un aficionado lanzó una silla contra uno de los árbitros, pasando ésta a escasos centímetros del mismo y del jugador visitante Txemi Urtasun. Retiraron la silla de la pista, la sabia afición de la penya identificó al "infractor", y todo continuó como si nada hubiese ocurrido.

A día de hoy, sigo esperando un comunicado de la ACB reprobando la actuación e instando al club verdinegro a tomar las medidas oportunas para evitar que se repitan tales circunstancias. En éste caso, la silla fue lanzada desde unas localidades que están situadas a pie de pista, que no se pueden adquirir normalmente en taquilla y suelen ser de patrocinadores y allegados al club.

¿Es más peligroso un cántico o el lanzamiento de una silla a la pista? ¿Es más ofensivo e intimidatorio el "hijo de puta" de un sevillano que el de otra afición? ¿Vale más la dignidad y honor de un árbitro que la de un entrenador o un jugador? 

Me parecería perfecto que la ACB quiera erradicar los insultos de las pistas, pero por favor, utilicen la misma vara de medir para todos. Las desigualdades generan violencia, algo que jamás ha habido en el Municipal de San Pablo. Si no lo creen, antes de hablar gratuitamente, vívanlo en directo, señores de Marca.